Después pegamos las escamas, que habíamos hecho durante la semana, en el pez arcoiris gigante que habíamos pintado nosotr@s. ¡Quedó chulísimo! y comprobamos que junt@s se hacen las cosas mejor.
Hoy es el cumpleaños de Pablo y esta mañana lo hemos pasado muy bien. Primero le hemos cantado el cumpleaños feliz en la clase, como podéis ver en el vídeo...
A continuación nos fuimos al patio a comer castañas. Alfonso las estaba asando en una lumbre que hizo...¡cómo nos pusimos! Además teníamos un envase que hicimos con los tetabricks que trajimos hace unos días. Los habíamos forrado y pegado dibujos sobre el otoño y halloween, que coloreamos en clase. Y resultaron de lo más cómodos para echar las castañas en una parte y las cáscaras en el otro.
Mientras, Andrea y Pablo trabajan haciendo series de dos elementos, en este caso dos colores (azul y amarillo).
La edad infantil, como sabes mejor que yo, es una etapa de gran plasticidad, de infinitos y decisivos aprendizajes, de una trascendencia inequívoca para el resto de la vida. Probablemente la más importante.
Hace ya algunos años escribió Robert Fulghum un libro de título significativo: Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en el parvulario. Quizás lo conozcas. Dice Fulghum en la introducción que cada primavera, durante muchos años, se ha impuesto la tarea de escribir una declaración personal de sus creencias. "Cuando era má joven,dice, la declaración ocupaba muchas páginas en que trataba de cubrir cada tema sin dejar cabos sueltos. Sonaba como una sentencia del Tribunal Supremo, como si las palabras pudiesen resolver todos los conflictos relativos al significado de la existencia. Recientemente me he empeñado en reducir la declaración de mis creencias personales a una sola página en términos sencillos, con plena concidencia del realismo ingenuo que eso suponía".
Dice el autor que ha descubierto que ya sabe la mayor parte de lo que hace falta para vivir una vida significativa. Y dice que la sabiduría no estaba en la cima de la montaña de los cursos de doctorado sino en el rectángulo de arena de la Escuela Infantil. Y enumera las cosas que aprendió, las cosas que le enseñaron:
Y nosotros también.Recuerda la primera palabra que aprendiste, la palabra más grande de todas:MIRA.
El credo sigue, pero no lo termino porque estoy impaciente por formular una pregunta:Si es tan importante la Escuela Infantil, ¿Cómo puede estar tan poco valorada?,¿por qué no está mejor atendida?¿Por qué establecer un número tan elevado de alumnos por aula (25 son una muchedumbre, pedagógicamente hablando) cuando se exige que la educación sea individualizada y adaptada a cada niño y a cada niña? Si es educación, es, por definición, personalizada.Los padres y las madres saben lo difícil que es educar a un niño.¿Y a 25 juntos en el mismo recinto con escasos medios? No se puede olvidar que hay dos tipos de niños en la Escuela Infantil: los inclasificados y los de difícil clasificación. Sabes mejor que yo que la acción de la maestra de Educación Infantil es verdaderamente especializada, compleja y cada vez más exigente. No pasa lo que en otras profesiones de naturaleza subsidaria. La enfermera, por ejemplo, reciben instrucciones del médico. "Ponga al paciente una inyección por vía intravenosa". la maestra de Educación Infantil actúa y decide autónomamente. Pero su trabajo no es tenido muy en cuenta. me contaba una maestra argentina que una de sus alumnas le había dicho a su madre que tenía ese año una maestra muy inteligente, y que la madre le había dicho a su hija el siguiente comentario: "mira hija, no será muy inteligente si solo es maestra".
¿Es que no sabe lo que tiene que enseñar a unos niños tan pequeños?, comentó sorprendida.
Creo que, desde el punto de vista didáctico, se produce una importante erosión desde la Escuela Infantil a la Universidad. Una erosión que tiene orígenes, manifestaciones y consecuencias múltiples. Me preocupa el deterioro pedagógico que van sufriendo las sustituciones a media que se avanza en el sistema educativo.
Qué alegría para un padre y una madre saber que su hijo está en unas manos tan sabias y tan amorosas como la tuya. No sabes cuánto te admiro. Un abrazo enorme.
Carta escrita por Miguel Ángel Santos Guerra, Catedrático de Didáctica, Universidad de Málaga.
Hace unos días Vivi nos enseñó este libro de manualidades y decidimos que hoy haríamos este pajarito que se asoma y se esconde en su nido. Más abajo podéis ver el proceso y el resultado final.
Jaime cumplirá cuatro años en agosto pero como estaremos de vacaciones, lo celebramos ayer. Fue muy divertido el momento de cantarle el cumpleaños feliz y soplar las velas porque los papás de Jaime le trajeron cuatro velas de las que se apagan y se vuelven a encender...el pobre Jaime estaba cansadito de soplar ¡qué risa nos pasamos!Después ya no quería soplar las velas "normales" pero le convencimos y le volvimos a cantar el cumpleaños feliz en inglés.
Lucía ha cumplido cuatro años y lo hemos celebrado en el cole con un riquísimo bizcocho y zumos para tod@s. ¡Qué contenta estaba Lucía! Ha estado adornando su corona con la ayuda de Adrián, su compañero de mesa.
Cuando el reloj marca las una: los esqueletos salen de la cuna. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.Cuando el reloj marca las dos: los esqueletos toman el arroz. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las tres: los esqueletos andan del revés. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las cuatro: los esqueletos se ponen los zapatos. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las cinco: los esqueletos se ponen a dar brincos. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las seis: los esqueletos se ponen el jersey. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las siete: los esqueletos lanzan un cohete...¡pum! Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las ocho: los esqueletos se comen un bizcocho. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las nueve: los esqueletos ya no se mueven. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
Cuando el reloj marca las diez: los esqueletos se echan a correr. Que tumba, que tumba, que tumba tumba tumba.
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